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Mostrando postagens de abril, 2011

El hogar.

En la calle de Victoria hay una casa que no está abandonada porque viven veinte gatos. Tienen dos autos. El color vino se hizo parte del jardín; el gris está ahí. En la entrada hay azulejos que forman la imagen de alguna virgen. Lo supongo porque a un lado existen restos de lo que tiene pinta de pila de agua bendita. Que hago aquí; quizá no tenga mucho sentido. Los vecinos me observan y un gato se eriza. Prendo un cigarro y sigo la pendiente de la calle empedrada, principalmente para desviar las miradas, pero también porque el soundtrack estaba muy bueno como para andar pensando. Debería dejar de fumar. Apago el tabaco haciendo getas. Me da asco, a veces. Pero no por el olor ni por el café de los dientes, más bien por la chingadera de paquete en la que vienen envueltos. Aunque el encanto del vivo ejemplo del mínimo esfuerzo y el contraste de las letras amarillas en el fondo negro me combinan. Encuentro una tienda y compro agua. Luego la bebo. Doy la vuelta y voy a quedarme en l

jajaikús.

Tú en reflejos sobre gotas de lluvia besando el pasto. Si no existieras te re conocería cual viento al aire. Entonces dime, ¿nuestro silencio es igual? Hacemos fiesta. Jardín desierto, mas más vivo que nunca; en sombras yace En ningún lado distante pero luna, noche otoñal.

óleos obre el lienzo.

Imagem
Las palabras me tiemblan en las cuerdas vocales. Por el miedo, en parte, es verdad. Usted, con seguridad pensará que le estoy tomando el pelo, que le doy mal la ruta hacia la dirección por la que preguntaba hace un momento, y que el camino que le señalo -con mi cara de payaso- no es más que una calle cerrada, lo que lógicamente aprobaría fehaciente que no lleva a ninguna parte. Le digo que eso no es cierto, pero, en efecto, no tengo evidencias. Aunque francamente, la razón primordial de este comportamiento simiesco puede bien cubrir el perfil de estrategia. Se la voy a barajear más despacio. Cada una de las letras que hoy he puesto sobre la mesa es muy, muy, valiosa para mí -le diría sagrada sino fuera por su ínfima capacidad de abstracción y analogía- y me genera un ruido tremendo el que usted las use de la misma manera en que usa sus idílicos vasos de PET y las deposite vacías en el bote de la basura , sin importarle un carajo siquiera a dónde van a ir a parar. Sin embargo, esta