Evangelio de sanatorio

Se acerca una anciana peinada con dos coletas y fleco. Tiene mis mismos ojos. Trae ropas coloridas y estoy segura de que va a pedirme dinero. Decido que sí, que se lo voy a dar.


-Hola amiga, qué haces?
-Nada, escribiendo
-Despidiendo?
-Un olor fétido y nauseabundo, pensé.
Ella pensó a su vez que sería buena idea tomarse el jugo de naranja que dejó el hombre del pan dulce, porque tiene Vitamina C.
Yo me ofusqué y fui al baño. Ella me robó el encendedor y se fue.



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