¿Puedo ser yo sin que me maten? No, no creo. Pero y si me matan qué. Siempre pienso en el dolor de la gente cercana porque me educó puto Disney. Pero no. Incluso el dolor se agrava cuando vives muerto para evitar morir. O no sé, pregúntenle a la novia de Snowden. Estoy paranoica. Pero ya me di cuenta que sin razón, porque los grillos frotan sus patas. Cuesta trabajo aceptar que una de las personas que más amo les eche insecticida. Tengo problemas con distinguir la ética de la moral. Tengo problemas éticos y/o morales. Escribo aquí y lo veo como un retroceso. Es que todo está dicho y todo está hecho un desastre.
Estábamos totalmente locos. Una desquiciadez suprahumana que se exacerbaba con las señalizaciones en rojo que nos hacían en el exterior y en el interior de nosotros mismos seres igualmente detestables. Nuestra presencia incomodaba al viento, se erosionaba con cada inhalación, cada fumada, cada suspiro, cada exhalación. La violencia emanaba de nuestros poros maquillados con una fina mezcla de lucidez e inteligencia. Ese disfraz que no lograba esconder –aunque lo pretendiera- el hedor de la impostura y de la falacia. Caían los más inocentes, cautivados por nuestra pose, como por selección natural, a nuestros pies. Pasábamos de largo o los ayudábamos a levantarse según las condiciones meteorológicas. El odio era irreversible, la verdad inmutable y el amor lo inventábamos cada que se nos daba la gana, sólo para provocar más sufrimiento. Otras veces, las más contadas, lo hacíamos para coger gratis hasta el hartazgo. Algo en exceso sofisticado, claro, porque había apps para evitarse
El día está flojo. Se va a caer como el candelabro del fantasma de la ópera. Los hijos de la vecina ya le ayudan a poner el puesto de huaraches. En entendimiento con su clientela, ahora abren más tarde. Hay una puerta a la mitad de la calle en la que todo mundo toca a todas horas. Tocan ahora mismo la lámina con una llave. ¿Piedras, por favor? O resulta que es un poeta sabio al que todos acuden en busca de consejo y yo difamando. Es que es divertido pensar ese tipo de cosas. Después construyeron una choza de madera en el bosque de manera ilegal, y vivieron felices por siempre. No tuvieron muchos hijos porque su esposo siempre accedió a usar condón. Además la esposa acudía a su centro de salud más cercano cada mes. Y vivieron felices por siempre. Ah no, eso ya. Un día, cuando tenga dinero, voy a llegar a un acuerdo con la doña para que me prepare huaraches y los ponga en una canasta que subiré a mi cuarto mediante una cuerda todos los días. Ya después sus hijos pondrán cerve