El señor esté con ustedes.

Estoy de refugiado político.
Llevo tres días con el mismo pantalón de pijama. Estoy enferma del estómago, como es natural.
Bebo desde que me levanto hasta las tres o cuatro de la mañana todos los días. Y a los señores les parece de lo más interesante que no me ponga ebria. Eso es porque también han visto como llego a perder el conocimiento con dos cervezas de medio. Todo un fenómeno esto del alcoholismo, la verdad.

Vi un documental de pobreza extrema de las áfricas. El Congo. Los protagonistas eran acusados de brujería por sus familias tras la muerte de una persona, la pérdida de un trabajo o equis desgracia que sucediera. Los llevaban con una especie de padrecito y la escena era muy bonita, como casi siempre:

- Buenas, padrecito.- dice el jefe de la familia, con sumisión disfrazada de humildad, y ocho mujeres y hombres menos hábiles bajan la cabeza detrás de él.
- Buenas.
- Nos vimos en la necesidad de traer a uno de nuestros treinta hijos porque creemos que está poseído por el diablo.
- Ah sí, a ver.
(Muchas manos empujan al chamaco hacia adelante, donde el padrecito)
- Desde hace tres semanas, muchos infortunios en la familia
- Sí.
- Y pensamos en el chamaco tiene la culpa porque siempre ha estado presente cuando algo malo sucede.
- Ajá.
- Entonces, queríamos pedirle el favor de que si nos puede ayudar por favor.
(El padrecito se queda callado unos segundos viendo al chamaco con una mezcla de compasión y dureza)
- Claro que sí, traiga una vela verde, una café, una rana de río, un juguete del niño, una biblia y déme dinero.
- Bueno.

Y entonces tal y cual, dicen que a veces los torturan y hasta los matan a golpes durante el exorcismo.

Los que sobreviven al ritual, sin embargo, no corren mejor suerte, porque de todas formas echan a los morros a la calle, argumentando que ya valió mami, que el chamaco trae mala suerte a la casa y que no se pudo hacer nada, pese a que lo intentaron todo. Hasta lo llevaron con el padrecito.

Entonces hay refugios para que los morros no vivan en la calle, pero obviamente exceden su capacidad. Las niñas que llegan allí trabajan en los mercados cercanos, cocinando. Los niños lavan ropa, limpian el lugar, juegan futbol. El chiste es que la mayoría de estas niñas al crecer se vuelven putas, se contagian de sida y ya se la saben, hombres y mujeres, todos mueren.



Deposite el envase vacío
en la basura.


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