Opuntia

Estoy acá porque no puedo estar allá. Mi dedo gordo del pie da asco. La bandera de México ondea en lo alto de la casa del vecino, que justo da a mi ventana.
Sábado de comida familiar. Una familia que no es la mía, por supuesto. Pues ya me bañé. Quisiera quedarme en casa y podrirme en mi miseria. Al menos tengo plantas y casi todo está en orden. Odio que pasen coches oyendo cumbias a todo volumen que me recuerden la ridiculez de mis amores. Amor de mis amores. 
Hay personas que nacen con nariz de payaso. Mis libros están ordenados por editorial y por número.
En la radio un tío dice mu-mu-mu-fallezcamos.
Pienso en mi hermano el más drogadicto. Llegando hiperactivamente a casa de mi papá. A la comida familiar. Saca un vaso mientras habla pendejadas y actúa muy cul. Escucha a los demás, se interesa por los demás, pero no por eso va a dejar de pensar en los hielos. Todo cambia radicalmente cuando terminas de servirte la primer cuba y le das un trago. Pero no, ese era cualquier otro integrante de la familia, el hermano finge recuperación así que anda haciendo ruido con bolsitas de té y envoltorios idiotas y más bolsitas de té y luego café y luego más envoltorios de té idiotas.
Creo que la mosca que da vueltas en medio de la habitación es un hada.
Deseo que los vecinos no me acusen con la policía de que tengo una planta ilegal.
Chida su realidad.
Estamos en contacto.

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