cabeza de cerillo


Tener insomnio, hambre y pensar. Pensar y quedarse inmóvil porque ya es demasiado tarde para alentar manifestaciones enérgicas.
Observo su libro, el desmadre, los papeles... la coletânea que me costó veinticinco varos, aquella 'agenda ejecutiva 2012' que me regalaron... lo más sensato que se me ocurre hacer es quitarle la etiqueta al pequeño encendedor.Bic. Y menciono la marca porque, ya sabrán, las de esos corren como mantequilla.

Pasando a otros asuntos, por la tarde me encontré con una mariposa verde que me acompañó toda la calle hasta que crucé al otro lado sólo para toparme con otra de esa misma especie, pero ahora muerta. A un lado había algo más que no recuerdo pero que en ese momento me distrajo y seguí caminando para encontrarme con mis preciosos cigarrillos. Al salir de la tienda, la mariposa verde bajó de las alturas para seguir rodeándome en círculos anchos por todo el largo de la calle. Volteé para ver si alguien estaba viendo; ya sabrán que no, así que evadí mis deseos de entendimiento humano pensando en las películas del cinco con moraleja, en las que personas muertas se manifiestan por medio de ese tipo de bichos. Y el olor a comida china, al pasar un momento, es bruscamente recogido por un penetrante aroma primavera de la fuente de detergentes contenidas en cajas con ropajos dentro de la lavandería.
El delirio empieza a amainar cuando llegamos al negocio de Don Goyo, "La Buena Puntada", donde puede observarse un ambiente interior tan calmo que da nervios y conocer a personajes que con certeza son la causa de algo, se piensa al verles, encorvados y ensimismados en las costuras cada vez que se asoma el reojo.
Luego la muchacha vende quesos no menonita que parece nunca tener clientes mas hacer su vida dentro del local, como si de una mera cuestión estética se tratara.
El restaurante para pájaros que siempre está hasta su madre. Me pregunto si alguno de ellos también ha ido a mi azotea. Los más pequeños y coloridos definitivamente no. Quizá sea cuestión de altura, o de echar la hueva. Ambas cosas suelen suceder.
La tortillería busca tortillera con experiencia. Eso no me atrae en lo absoluto, pero decido acercarme con la esperanza de encontrar chiles rellenos de queso. En su lugar hay trozos de salchicha con huevo.
Sigo teniendo hambre. Bebo el último sorbo de Coca-Cola y me prendo otro cigarro. El punto era una nadería, pero sentí unas ganas bárbaras de expresar mi pérdida de confianza en las 'buenas editoriales' al encontrar cuatro errores en la primera mitad de aquel libro de poemas. Errores sin más, como palabrasjuntas, pero de todas formas ofende. Y que vale verga, chingue a su madre porque qué hueva. No es una crítica en contra de nadie, semejante a la que hacen todos los que nos la pelan. 
Pero entonces no encontraba camino de seguir la conversación, porque a nadie le interesaba ese tema, no tenían nada más que opinar al respecto o más bien todas las anteriores e independientes. 
—¡No! 
—¡Que no!.
—¿O sí?...
—¿La luna está creciendo, o desapareciendo?
—...
—Crece, ¿no? Porque hace unos días sonreía.
—Sí, a huevo.


Pero ya no pienso en nada; sólo observo los globos con cartas subir al cielo azul de medias tintas, el marco de aquella luna en engorda. De súbito un hombre cae a mis pies, literalmente. Me asusto y me levanto del carro, dejando que su cara chocara contra el piso. Todo esto sin racionalizarlo, claro.
—Es la primera vez que me encuentro del otro lado del desmayo. Así que así se siente.

Recuerdo que una vez me dijeron que pusiera atención en el proceso de encendido de un cerillo, y todas las cosas que ocurrían en menos de un segundo. 




No es la gran cosa, supongo.

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