Periferia.

Lo que no tiene nombre (wu ming),
es el principio de todos los seres.
Lo que tiene nombre (you ming)
es la madre de todas las cosas.
Lao Tsé.

Wu Ming sí existe.
Y yo lo vi. Se me puede creer por que, ya lo sabemos; en esta bonita época ninguno de nosotros miente.
Él bebía una copa de whiskey en el bar de enfrente cuando lo reconocí. Y no podía dejar pasar la oportunidad de pedirle un autógrafo. Su mirada fría no se separaba de mis ojos. Yo continué sin pena y le pedí que me firmara una servilleta, pero no pude decir más porque el puñetazo con el que puso fin a mi alabanza fue tan duro que aún ahora tengo la sensación de que me hubiesen arrancado la nariz.

Mentí, lo confieso.
Ni autógrafo, ni bar enfrente, ni nada. Wu Ming no existe. Wu Ming no es nadie. O, mejor dicho, es varias personas a la vez. Esto lo convierte en un don Nadie desde el punto de vista del sujeto como entidad independiente.

Nuevas mentiras.
¿Importa si Wu Ming existe o no? No lo sé. Y es que como dice Merton, "la falsedad básica está constituida por la falacia de que estamos completamente dedicados a la verdad". En todo caso ni verdad ni mentira, sino sólo historias reelaboradas.


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